Aquí dize de cómo fué fablar con Doña Endrina el Arçipreste. 653 Ay, Dios! Quán fermosa viene Doña Endrina por la plaça! Qué talle, qué donaire, qué alto cuello de garça! Qué cabellos, qué boquilla, qué color, qué buenandança! Con saetas de amor fiere quando los sus ojos alça. 654 Pero tal lugar non era para fablar en amores: a mí luego me venieron muchos miedos e tenblores, los mis pies e las mis manos non eran de sí señores, perdí seso, perdí fuerça, mudáronse mis colores.
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